El comercio de medicamentos falsificados supera los 4000 millones de Euros

No es de extrañar que en plena epidemia por el coronavirus las autoridades sigan detectando iniciativas empresariales ilegales, que tienen como fin introducir en el comercio material sanitario de contrabando y/o falsificado, como ha podido comprobarse recientemente al detectarse partidas acompañadas con un falso marcado “CE”.

Sin perjuicio de la respuesta que las diferentes autoridades están dando a esta situación, cabe destacar iniciativas privadas, como la de los responsables del portal Alibaba, que lanzó una “lista negra de vendedores indeseados”; o de Amazon, que se ha comprometido a eliminar de su plataforma los productos que afirmen combatir o prevenir el coronavirus.

Conviene, por tanto, extremar las medidas de protección incluso en momentos tan dramáticos como el presente, pues la piratería no descansa. Debemos recordar que recientemente la Oficina de Propiedad Intelectual de la Unión Europea (EUIPO) y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), han publicado un informe que tenía por objeto conocer el impacto de la comercialización de medicamentos falsos. El estudio desveló que el valor de los medicamentos falsos incautados entre 2014 y 2016 en la UE superó los 4.000 millones de euros.

El informe también evidencia que el mayor número de falsificaciones se da en relación con antibióticos, medicamentos relacionados con el estilo de vida y analgésicos. Si la posibilidad de que este tipo de medicamentos puedan llegar a manos de los consumidores de la UE es de por sí alarmante, resulta aún más terrorífico pensar que las aduanas también intervinieron partidas que incluían fármacos falsificados para el tratamiento del cáncer, la diabetes, la malaria, el SIDA y enfermedades cardíacas.

Otro dato revelador que puede encontrarse en el informe es que más del 96% de los envíos fueron realizados por correo postal o mensajería urgente, lo que sin duda dificulta enormemente la labor de las agentes de aduanas, localizándose en China e India los principales productores de esta clase de falsificaciones, mientras que Hong Kong y Singapur destacan por ser los puntos de tránsito más habituales.

Acceso al informe completo aquí